Ciudad de Carnac
A cerca de tres kilómetros del templo de Luxor se extiende la vasta área monumental de Car-nac, que los Griegos llamaban Hermonthis. El conjunto consta de tres centros separados, rodeados cada uno por un muro de ladrillos crudos. El más grande, que está en el centro y ocupa una extensión de unas treinta hectáreas, es el que Diodoro de Sicilia afirma ser el más antiguo templo de Tebas, vale decir el santuario de Amón. Es también el que mejor se ha conservado.
A su izquierda el santuario de Montu, el dios de la guerra, es un cuadrilátero de unas dos hectáreas y media.
Al otro lado está el santuario dedicado a la diosa Mut, esposa de Amón, representada simbólicamente por un buitre. Casi la mitad de su superficie (unas nueve hectáreas) está todavía sin explorar.
CIUDAD DE CARNAC EN EGIPTO
Las dimensiones del gran templo de Amón son asombrosas. Es el templo de columnas más grande del mundo: un monumento que podría contener, según han dicho eminentes historiadores, a Notre-Dame, la catedral de París, toda entera; tan vasto que, como lo afirma Leonard Cottrell, "alcanzaría a encerrar al menos la mitad de Manhattan". La parte más extraordinaria es sin duda la imponente sala hipóstila con sus 102 metros de ancho, sus 53 metros de profundidad y sus ciento treinta y cuatro columnas altas 23 metros, que se alzan majestuosas desafiando los siglos. Los capiteles en forma de papiros abiertos tienen en la cumbre una circunferencia de casi 15 metros y podrían dar cabida a unas cincuenta personas.
Durante la XIX dinastía 81.322 personas entre sacerdotes, guardianes, obreros y campesinos trabajaban para el templo de Amón. Por otra parte, el templo gozaba las rentas de numerosos campos, mercados y talleres, a las que había que agregar las riquezas del faraón y el botín que traía de sus campañas militares victoriosas.
Varios faraones se sucedieron en la realización de la sala hipóstila: Amenofis III mandó erigir las doce columnas de la nave central que sostienen los arquitrabes; Ramsés I dio comienzo a la decoración, que fue continuada por Seti I y Ramsés II.
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