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Museo de Luxor

Museo de Luxor


Creado recientemente, el Museo de Luxor conserva numerosas obras interesantes. La más curiosa es la reconstrucción de una pared de 18 metros pertene­ciente a un templo hecho cons­truir en Tebas por Akhen-Atón

Los doscientos ochenta y tres bloques de que consta llenaban el entrepaño del noveno pilón del templo de Amón en Carnac. Su decoración comprende cien­tos de pequeñas escenas que representan trabajadores de los campos, artesanos atareados en quehaceres varios, el rey y la reina Nefertiti adorando el Sol.


A la entrada del museo se puede admirar en una vitrina la repro­ducción de una elegante cabeza de buey de madera dorada.

Valle de las Reinas

Valle de las Reinas


El Valle de las Reinas, cuyo nombre moderno es Bibán el-Harim, está situado a cerca de un kilómetro y medio del Valle de los Reyes. Comprende unas ochenta tumbas, todas muy dañadas y algunas con rastros de incendio o transformadas en establos.


Las tumbas datan por lo general de 1300 a 1100 a. de J.C., época que corresponde a la XIX y a la XX dinastías. Se llega al Valle, que es un poco más abierto que el de los Reyes, a través de un desfiladero flan­queado de estelas conmemorati­vas de las expediciones de Ramsés III. Grabadas en las rocas, a la redonda, hay oracio­nes dedicadas a Osiris y Anubis.

Tumba de la reina Titi:

Un tiempo transformada en establo para borricos, la tumba de la reina Titi, esposa, según se cree, de un faraón de la XX dinastía, conserva hermosas pinturas en delicados matices rosados.

Valle de los Aritfices

Valle de los Aritfices


Con el nombre de Deir el-Medina se indica generalmente el valle en que surgen el pueblo y la necrópolis de los constructo­res y decoradores de las tumbas reales de Tebas. Trátase de los labradores de piedra, albañiles, pintores, escultores que todos los días acudían a la necrópolis por un camino que atravesaba los cerros de Deir el-Bahari, en tanto que sus mujeres quedá­banse en el pueblo cultivando el trigo y la cebada.

Las cuadrillas de obreros eran dirigidas por superintendentes (arquitectos o artistas de las varias ramas). Los pintores estaban divididos en dos grupos: los que trabajaban a las paredes derechas de las tumbas y los que trabajaban a las paredes izquierdas.


Las habitaciones de estos obre­ros eran más bien sencillas. Estaban hechas de ladrillos cru­dos, con las paredes internas enjalbegadas. De dimensiones muy modestas, constaban de una pequeña entrada, un cuarto y una cocina. A veces, pero muy raramente, había también un sótano y una terraza.