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Ciudad de Luxor

Ciudad de Luxor


Es difícil imaginarse hoy, lle­gando a Luxor, que allí antigua­mente levantábase la gran ciu­dad de Tebas, por siglos capital del imperio egipcio, célebre y proverbial en el mundo entero por sus riquezas ("la ciudad en que las casas ricas encierran tesoros"), la misma que Home­ro en el IX canto de la Ilíada llama "Tebas de la cien puertas". En la época menfita era todavía un pequeño pueblo en que se adoraba al dios de la gue­rra Montu. Por razones políticas y geográficas cobró poco a poco importancia durante la X dinas­tía, hasta transformarse en la capital de los faraones del Nuevo Imperio.


Allí se veneraba con suntuosas ceremonias al dios Amón en tríada con Mut y Khonsu. A cada victoria, a cada triunfo erigíanse nuevos y gran­diosos templos en honor del dios. El saqueo a que Asurbanipal sometió la ciudad en 627 a. de J.C. marcó el inicio de su declino. Por fin, los ptolomeos la destruyeron completamente, tanto así que en tiempo de los romanos ya no quedeba de ella sino una montaña de ruinas. Una vez más, como para Menfis, una profecía se había triste­mente realizado. Había anun­ciado Ezequiel en efecto: "Tebas será con violencia sacudida...". La antigua capital egipcia fue dividida por un canal, al sur del cual surgió Luxor, en tanto que al norte fue extendiéndose el pueblo de Carnac. En Luxor el solo testigo del pasado esplendor es hoy el magnífico templo que los Egipcios llaman "el Harén meridional de Amón". Mide 260 metros de longitud y fue empezado por Amenofis II, agrandado por Tutmosis III y terminado por Ramsés II. Está unido al templo de Carnac por una larga avenida adornada de esfinges un tiempo con cabeza de carnero, reemplazadas por esfinges con cabeza humana durante la XXX dinastía.


La ave­nida no es visible actualmente por entero, pero se está trabajando para despejarla. Llega hasta la entrada del templo propiamente dicha, donde se levanta el monumental pilón construido por Ramsés II. En el pilón, que presenta un frente de 65 metros de largo, están esculpidos bajorrelieves que relatan la campaña militar de Ramsés II contra los Hititas y está grabado el famoso "Poema de Pen-taur", que celebra las hazañas guerreras del faraón.


HISTORIA DE LA CIUDAD DE LUXOR


Rodeando la entrada, dos colo­sos de granito rosado de 15,50 metros de alto sobre un pedestal de 1 metro, representan al faraón sentado en su trono. Antiguamente cuatro estatuas gigantescas de granito rosado acompañaban a los dos colosos, apoyándose al pilón. Una de ellas debía de representar a la reina Nefertari y la otra, todavía existente a la derecha pero muy deteriorada, representa probablemente a la hija de Ramsés, princesa Merit-Amón.


Una vez atravesada esta entrada triunfal, se llega a la corte de Ramsés II, ornada por una doble hilera de columnas de capiteles papiriformes, con esta­tuas de Osiris en los intercolum­nios. En la corte también se alza el pequeño templo de Tutmosis III, compuesto por tres capillas dedicadas a la tríada de Amón, Mut y Khonsu, venerada en el santuario de Carnac.


Una imponente columnata de 25 metros nos introduce luego en la corte de Amenofis III, rodeada por tres lados por una doble hilera de columnas papiriformes, verdadero bosque petrifi­cado de gran sugestión. También la parte exterior del templo tiene aspectos interesan­tes, con sus muros provistos de numerosas capillas laterales cuyas paredes están adornadas de escenas de ceremonias reli­giosas y, aquí también, de esce­nas de la batalla contra la coalición siriaco-hitita.


A un lado del templo fueron hallados restos de edificios que formaban un campamento mili­tar romano ("castra" en latín), el nombre de Luxor siendo en efecto una alteración de El-Kusur, que en árabe equivale al "castra" latín.

Ciudad de Menfis

Ciudad de Menfis


La antiquísima capital, que los egipcios llamaban Men-nefert y los griegos Menfis, se extendía a lo largo de 15 km en la margen izquierda del Nilo, entre Gizeh y Sakkarah.


En punto estratégico, el enclave tenía en sus orígenes la ciudadela del "muro blanco " -empezada tal vez por el gran arquitecto Imhotep, y rica en innumerables templos y santuarios dedicados a todos los dioses del mundo antiguo-. De esa bella ciudad donde fenicios, judíos, armenios, griegos, libios y sudaneses tenían sus propios barrios, hoy no quedan más que pocas huellas.

Ciudad de Menfis en Egipto


La decadencia empieza con la fundación de Alejandría. En el siglo IV d.C, Menfis ya es un mar de ruinas. Los escasos templos aún en pie - porque se los usa como iglesias cristianas - son demolidos con el nacimiento de El Cairo: y el área se convierte en una inmensa cantera que suministra materiales de construcción para la nueva ciudad.


Hoy de la orgulloso capital quedan sólo pocos restos sacados a la luz por las excavaciones del siglo XIX. Los más importantes son los del famoso templo de Ptah, donde se coronaba a los faraones, y los de una capilla de Seti I, todos a poca distancia de la actual aldea de Sakkarah.

La ciudad del cairo

La ciudad del cairo


Egipto fue el primer estado que instituyó un sistema administrativo con una capital como centro políti­co y religioso del mismo. Durante el período predinástico existieron diversas confederaciones con jefes políticos o reyes residentes en una capital. La del Bajo Egipto era Bu-to, en el corazón mismo del Delta del Nilo: emblema del Estado era el áspid sobre la roja corona real. La capital del Alto Egipto era Nek-heb, emplazada entre Asuán y Lu-xor: aquí, el rey llevaba una coro­na blanca con un buitre. El estado del norte adoptó como símbolo el papiro; el del sur, el loto.

tras la unión de los dos reinos ba­jo el cetro de Menes (o Narmer), la ciudad de Menfis se convirtió en la primera capital del Egipto unifica­do. Menfis, en la orilla izquierda del Nilo, se hallaba a unos 22 kiló­metros aguas arriba de El Cairo.


El territorio que los antiguos egip­cios consideraban como el más adecuado para emplazar la capital del estado era el ubicado antes de la ramificación del Nilo: y así, la capital de Egipto fue trasladada, al correr del tiempo, de Ahnasia (al sur de Menfis) a Tebas (Luxor).


La ciudad del cairo en Egipto


Con la llegada de Alejandro Mag­no, que ocupó Egipto el año 332 a. de J.C., la capitalidad fue trasla­dada a Alejandría, la ciudad que el general macedonio fundara al oes­te del Delta. Y cuando en el país se propaga el cristianismo, la sede del patriarca fue puesta entre Alejan­dría y el viejo El Cairo. Alejandría siguió siendo la capital de Egipto durante el período ptolemaico y aún después de la conquista ro­mana.


En el año 639 Amr Ibn El As llegó a Egipto e introdujo el Islam en el país. El hubiera preferido mante­ner como cabeza del estado la ciu­dad de Alejandría, pero el califa Ornar Ibn Al Khatab decidió fun­dar una nueva capital: y así, en 641, se construyó Al-Fostat (cerca de la fortaleza bizantina de Babilo­nia), la primera capital islámica en tierra egipcia.


En 750 los Abasidas destronaron a los Omeyas. Saleh Ibn Alí abandonó entonces Al-Fostat y fundó Al-Askar, al norte de ella. Esta nueva capital militar se fue ensanchando hasta formar con Fostat una única gran ciudad.


En 870 Ahmed Ibn Tulún fundó, en torno a su gigantesca mezquita, la tercera capital islámica, Al-Qatai. También esta ciudad tenía un claro sello militar, con sus altas murallas y el camino de ronda. Muy pronto Al-Qatai habría de formar una sola ciudad, junto con Al-Askar y Fostat.


En 969 inició un nuevo período. El jefe del ejército fatimita, Gobar Al-Sikkilli, fundó la nueva ciudad de Al-Kahira (actual El Cairo), cu­yo nombre significa "La Victorio­sa", ciudad que desde entonces se convirtió en capital de Egipto y centro del Islam.


A partir de la fundación de Fostat, las ciudades se fueron desplazando hacia el septentrión: por lo tanto, Al-Kahira fue construida al norte de las otras tres ciudades ya funda­das por los Árabes.


Tuvo principio así un largo perío­do, durante el cual la ciudad alcanzó dimensiones imperiales. En efecto, esta nueva capital se desa­rrolló velozmente, superando los confines que inicialmente le habían sido impuestos.


La llegada de Salah-el-Din, en 1176, marcó una nueva etapa en la historia de El Cairo. Durante la época ayubita se edificó la ciuda-dela y se empezó a construir una gran muralla para proteger a las ciudades que formaban Al-Kahira. La época de los Mamelucos (de 1250 a 1517) representó para El Cairo un importante período en el campo de la construcción y la ur­banización. Los Otomanos (de 1517 a 1798) prosiguieron con la obra de desarrollo emprendida por los Mamelucos y fomentaron, ade­más, importantes actividades co­merciales. Durante el reinado de Mehemet Alí y sus sucesores, la ciudad conoció un notable desarro­llo.


Después de la revolución de 1952, el relanzamiento económico de los años sesenta dio un nuevo impulso demográfico a la capital. El Cairo es hoy una gran metrópoli que cuenta 12 millones de habitantes, 3 gobernadorades (El Cairo, Gizeh y Qalyobia) y 28 barrios. La densi­dad es de 50.000 habitantes por ki­lómetro cuadrado. Considerada como la más populosa de las ciuda­des africanas, El Cairo es también un importante centro político, cul­tural y económico del Oriente Me­dio.