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Templos egipcios

Templos egipcios


Hacia fines del tercer milenio a.C. se pierden los rastros del espléndido Palacio-castillo, sea como solución estéti­co-arquitectónica, sea como solución volumétrica de blo­que único con el sector destinado a vivienda del soberano y las dependencias de carácter público.

Con el segundo milenio las exigencias se vuelven más complejas; el impe­rio cada vez más vasto exige mayor prestigio e instrumen­tos directivos más articulados. Todo el palacio está ahora destinado a sede oficial del rey y de su corte. Sede del po­tente señor del mundo, del dios en la tierra, la mansión se vuelve similar a un templo.


Principales templos egipcios


La sala central es ahora una sa­la hipóstila, es decir, una "selva" de gigantescas columnas que conduce a la sala del trono, también columnada.


Al la­do se abren el "Salón de fiestas" y los locales accesorios para la corte y los servicios; delante, un gran atrio con co­lumnas o pilares. Toda la riqueza y la monumentalidad del conjunto se concentra en el eje que va desde el atrio de en­trada hasta la sala del trono. Todo está distribuido ahora como en el templo, donde en lugar de la sala del trono se encuentra la capilla de la divinidad.

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